Gran Ruta de Tamerlán en Uzbekistán
- Viaje de 8 días / 7 noches
- Súper precio. Samarcand, Tashkent y Bujara





Opinión de nuestros expertos
Este viaje está orientado a aprovechar los vuelos directos de la aerolínea Uzbeca tanto a la ida como a la vuelta. Máxima comodidad en modernos aviones. también es un viaje con un número limitado de viajeros y que además cerramos a la venta 30 días antes de la salida.
En modernos trenes AVE y con el mejor guía acompañante, una manera eco de viajar y de conocer este maravillos pais y sus gentes
Lo que tu viaje incluye
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Vuelos
Tasas incluidas
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Alojamiento
Categoría 4*
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Alimentación
Media Pensión
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Visitas
Con guía en español
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Traslados
De entrada y salida
Información detallada del viaje
- Vuelos
- Tasas
- Seguro básico, ofrecemos otros
- Alojamiento en el hotel DBL/TWN (7 noches)
- Alimentación: comida segun el itinerario (7 desayunos, 6 almuerzos)
- Te, agua en las comidas
- 1l agua por persona por dia
- Transporte con aire acondicionado
- Entradas (billetes) para los museos, monumentos y sitios históricos
- Guia de habla hispana para todas las excursiones
- Billetes en tren
- Mapa y Souvenirs de Uzbekistan
- Tasas turisticas en los hoteles
Lo que tu viaje NO incluye
- Cualquier otro servicio no mencionado expresamente como incluido.
- Seguro con coberturas médicas ampliadas y anulación.
- Pago en destino, maleteros 15€, tasas locales de servicio 35€.
Planificación de tu viaje
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Día 1: Vuelos
Vuelos a Uzbekistan, noche a bordo
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Día 2: Llegada a Uzbekistan
La jornada comienza con un desayuno en el hotel, un tranquilo preludio antes de adentrarse en la historia que late en las callejuelas de la ciudad.
A continuación, nos sumergimos en la antigüedad, donde cada piedra y cada rincón parecen susurrar relatos de tiempos pasados. Empezamos con la visita al Monumento del Terremoto, recordatorio de la fuerza imparable de la naturaleza que dejó su huella en la ciudad.
De allí, avanzamos hacia el imponente Complejo Arquitectónico Hasti Imam, un compendio de saber y fe. Nos maravillamos con la majestuosa Madrasa Barak Khan, un suspiro del pasado que aún resuena con las enseñanzas de siglos. La cercanía de la Madrasa Kafal Shohi nos envuelve con su aura de conocimiento ancestral, mientras la Mezquita Tilla Sheykh, como un faro de espiritualidad, se alza sobre el horizonte. Finalmente, el Museo del “Corán de Usman” nos transporta al siglo VII, donde el venerado texto sagrado se conserva con veneración y respeto.
La Madrasa Kukeldash, de piedra y sol, se presenta ante nosotros en una visita exterior que nos permite admirar la majestuosidad de su fachada, una joya arquitectónica del siglo XVI que se mantiene firme en su quietud.
Nos dirigimos, luego, al bullicioso Bazar Chorsu, un crisol de colores, aromas y sonidos, donde se funden las tradiciones comerciales de la región. El mercado nos invita a perderse en sus pasillos, a tocar sus productos, a respirar el aire denso de siglos de intercambio.
La mañana llega a su fin con un almuerzo en un restaurante local, una pausa en la que los sabores autóctonos nos permiten continuar la jornada con renovada energía.
Por la tarde, nos dirigimos a la Plaza de Independencia y Eternidad, donde el tiempo parece detenerse en un homenaje a la libertad y al espíritu indomable de un pueblo. Desde allí, alcanzamos el Palacio de Romanov, una joya del siglo XIX que se erige con la nobleza de su pasado imperial, aunque esta vez sólo en su exterior, como un eco lejano de la historia.
Cerca de allí, la Plaza de la Ópera y Ballet nos invita a contemplar la belleza de la música y la danza, mientras que la Plaza Amir Temur nos ofrece un vistazo a la grandeza del líder que marcó un hito en la historia de la región.
El día culmina con un recorrido por el metro de la ciudad, una obra subterránea de arte y funcionalidad que, con su deslumbrante arquitectura, es también una puerta al alma de la urbe moderna.
Finalmente, el retorno al hotel nos ofrece un merecido descanso, la oportunidad de dejar que las imágenes de este día tan pleno se acomoden en nuestra memoria.
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Día 3: Taskhent - Smarcanda
El día comienza con un apacible desayuno en el hotel, donde el aroma del café y los sabores locales invitan a soñar con las maravillas que aguardan. Con el equipaje lleno de expectativas, se realiza el traslado a la estación de trenes, donde un tren, a la vez moderno y cargado de historias, nos lleva hacia Samarcanda, la ciudad legendaria que durante siglos ha cautivado la imaginación de viajeros, poetas y conquistadores.
A la llegada, la hospitalidad local nos recibe en el hotel, cuyo ambiente invita a una breve pausa mientras se completa el check-in (14:00). Pero pronto, las puertas del pasado se abren para dar inicio a la exploración de Maracanda, el antiguo nombre de esta urbe fascinante.
La primera parada nos lleva al corazón de Samarcanda: la Plaza Registán, un espacio majestuoso que parece detener el tiempo. Aquí se alzan imponentes las madrasas, auténticas joyas arquitectónicas que narran siglos de esplendor:
- La Madrasa Ulughbek (siglo XV), un homenaje al conocimiento y las ciencias bajo el auspicio del gran astrónomo y gobernante.
- La Madrasa Shir-Dor (siglo XVII), con sus tigres decorando la fachada, un símbolo de poder y desafío.
- La Madrasa Tilla-Kori (siglo XVII), cuyo interior dorado reluce como un tesoro oculto en pleno corazón de la plaza.
Tras esta primera inmersión en el alma de Samarcanda, un almuerzo en un restaurante local nos reconecta con los sabores de la región, ofreciendo un festín que satisface tanto al paladar como al espíritu.
La tarde continúa con la visita al Complejo Arquitectónico Shakhi-Zinda (siglos IX-XV), un lugar que se erige como un poema en piedra, con mausoleos adornados de cerámicas que reflejan los tonos del cielo. Cada paso aquí es un viaje por la espiritualidad y la memoria de una época dorada.
Finalmente, llegamos al solemne Mausoleo Guri Emir (siglos XIV-XV), la última morada de Tamerlán, donde la grandeza y el misterio se entrelazan. La cúpula azul y las ornamentaciones narran la historia de un conquistador cuyo legado sigue vivo en cada rincón de esta tierra.
Al concluir el día, un regreso al hotel ofrece el merecido descanso. Con la mente llena de imágenes inolvidables y el corazón palpitando al ritmo de la historia, la noche en Samarcanda promete sueños tejidos con los hilos de esta ciudad eterna.
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Día 4: Samarcanda - Bujara
La mañana comienza con un desayuno tranquilo en el hotel, donde cada bocado parece llevar consigo la promesa de nuevas maravillas por descubrir. Con las energías renovadas, nos preparamos para cerrar este capítulo de descubrimientos, pero no sin antes explorar los últimos tesoros que esta tierra generosa nos ofrece.
El día inicia con la visita al imponente Observatorio Ulughbek (siglo XV), una obra maestra de la ciencia y la astronomía medieval. Este lugar, creado por el sabio gobernante Ulughbek, nos transporta a una era en la que las estrellas no eran solo luces distantes, sino guías y portadoras de conocimiento. Las ruinas del sextante gigante susurran secretos de cielos antiguos, mientras evocan la grandeza de un tiempo en el que la ciencia iluminaba el camino.
A continuación, la Mezquita Bibi-Khonum (siglo XV) se alza ante nosotros, majestuosa y solemne. Esta obra monumental, mandada construir por Tamerlán como un homenaje a su esposa favorita, nos impresiona con su escala y la delicadeza de sus decoraciones. Sus cúpulas y muros parecen competir con los cielos, mientras el eco de las oraciones antiguas todavía vibra en el aire.
Para finalizar esta etapa, el Bazar Siab nos abre sus puertas, una explosión de colores, aromas y sonidos. En este mercado tradicional, cada rincón está lleno de vida: especias que pintan el aire con sus fragancias, frutas frescas que invitan a probar el sabor de la región, y artesanías que cuentan historias con las manos de sus creadores. Aquí, el pulso cotidiano de Samarcanda se siente más vivo que nunca.
Tras un almuerzo en un restaurante local, donde los sabores de la región nos reconfortan tras la intensa jornada matutina, partimos rumbo a Samarcanda. Un trayecto de 290 kilómetros nos permite recorrer paisajes que, aunque en calma, parecen guardar los susurros de antiguas caravanas que cruzaban estas mismas tierras en busca de gloria y riqueza.
A la llegada, la ciudad nos recibe con el abrazo cálido de su historia eterna. Nos alojamos en el hotel, donde el cansancio del viaje se disipa y la comodidad prepara el cuerpo para el merecido descanso. La noche cae suavemente, y con ella, el día culmina, dejando en el corazón la certeza de que cada paso dado es un fragmento más del viaje hacia lo inolvidable.
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Día 5: Bujara
Tras un desayuno sereno en el hotel, comienza un día dedicado a descubrir los secretos de Bukhara, la ciudad sagrada que parece detenida en el tiempo. Sus calles, templos y monumentos narran historias de esplendor, fe y poder, como si cada rincón fuera una página abierta del pasado.
La primera parada nos lleva al Mausoleo de los Samanidas (siglos IX-X), una joya de la arquitectura islámica temprana. Este mausoleo, de líneas puras y perfectas, se alza como un testimonio de los inicios del arte musulmán en Asia Central, un símbolo de eternidad en ladrillo y luz.
A pocos pasos, el Mausoleo y Manantial Sagrado Chasmai Ayub (siglo XIV) nos conecta con leyendas bíblicas, pues se dice que Job (Ayub) hizo brotar aquí un manantial milagroso al golpear la tierra con su bastón. Este lugar, cargado de espiritualidad, emana una serenidad única que invita a la reflexión.
Continuamos hacia la delicada belleza de la Mezquita Bolo-Hauz (siglo XIX), con su estanque sereno y sus esbeltos pilares de madera que parecen sostener el cielo. A cada paso, el pasado se revela con una elegancia que trasciende el tiempo.
La siguiente parada es la monumental Ciudadela Ark (siglos V-XIX), la estructura más antigua de Bukhara. Fortaleza y residencia de los emires, sus muros han presenciado conquistas, ceremonias y el bullicio de una corte que gobernó durante siglos. Desde lo alto, uno imagina los ecos de aquellos días de grandeza.
El recorrido nos lleva después al imponente Minarete Kalon (siglo XII), una aguja de ladrillo que se eleva desafiante hacia el cielo, testigo de la historia y símbolo de la ciudad. A su lado, la Mezquita Poi Kalon (siglos XII-XV) se despliega en todo su esplendor, junto con la elegante Madrasa Miri Arab (siglo XV), cuya visita exterior nos permite admirar su fachada, un tapiz de azulejos que parece susurrar versos de antiguas oraciones.
Tras esta primera parte de la jornada, un almuerzo en un restaurante local nos reconforta con los sabores tradicionales de la región, antes de continuar con la exploración.
La tarde nos transporta al Complejo de las Tres Cúpulas (siglo XVI), un conjunto de mercados abovedados que alguna vez fueron el corazón comercial de Bukhara. Aquí, las galerías de comercio y los talleres artesanos aún evocan el bullicio de las caravanas de la Ruta de la Seda, cargadas de seda, especias y sueños de fortuna.
En el Complejo Lyabi Hauz (siglos XVI-XVII), encontramos el alma vibrante de la ciudad. Este lugar, construido alrededor del mayor estanque de Bukhara, reúne la Madrasa Kukeldash y la Madrasa Nodir Devon Begi, dos obras maestras que se alzan como guardianas de la vida cotidiana, donde el agua, la piedra y la arquitectura se funden en un armonioso equilibrio.
A continuación, visitamos la Mezquita Magoki Attory (siglo XII), una de las más antiguas de la región, que parece guardar en sus muros las oraciones de generaciones pasadas.
La jornada se completa con dos ejemplos espectaculares de la arquitectura madrasí: la Madrasa Ulughbek (siglo XV), erigida por el sabio astrónomo y gobernante, y la Madrasa Abdulaziz-Khan (siglo XVII), con su opulenta ornamentación que parece rivalizar con el cielo estrellado.
Finalmente, regresamos al hotel, donde el descanso se convierte en un bálsamo tras un día tan lleno de maravillas. Con el corazón rebosante de historias y el alma impregnada de la magia de Bukhara, la noche nos invita a soñar con los ecos de este pasado glorioso.
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Día 6: Bujara - Jiva
El día comienza con un desayuno tranquilo en el hotel, un momento para disfrutar de los sabores matutinos mientras el horizonte promete una jornada de transición hacia nuevos descubrimientos. Con el equipaje listo y la emoción intacta, emprendemos el camino hacia Bukhara, la joya histórica que nos espera al final de un trayecto de 450 kilómetros.
El viaje, de entre seis y siete horas, nos ofrece una pausa contemplativa, un tiempo para admirar los paisajes vastos y serenos de Asia Central. Los llanos interminables y los cielos abiertos parecen hablar en silencio, como si quisieran recordarnos las caravanas que alguna vez cruzaron estas tierras cargadas de historias y sueños. Cada kilómetro recorrido es un paso más hacia una ciudad que ha sido el corazón de la Ruta de la Seda y un testigo de las civilizaciones que la hicieron brillar.
A nuestra llegada, Bukhara nos recibe con su aire eterno, donde cada calle y cada rincón parecen susurrar relatos de un pasado glorioso. Nos alojamos en el hotel, un oasis de calma que nos acoge tras el largo trayecto.
El almuerzo en un restaurante local nos reconforta con los sabores auténticos de la región, un festín sencillo pero lleno de carácter que nos conecta con las raíces culinarias de esta tierra.
La tarde, tranquila y pausada, se dedica al descanso en el hotel. Es un momento necesario, una tregua para el cuerpo y el espíritu, preparando así la mente para las maravillas que mañana desvelará esta ciudad, una de las más sagradas e históricas de Uzbekistán. La calma de la noche en Bukhara promete sueños cargados de misterio y emoción, preludio de las aventuras que están por venir.
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Día 7: Jiva
El día comienza con un desayuno en el hotel, un instante de calma antes de sumergirse en los misterios y maravillas de la antigua ciudad amurallada de Ichan-Kala, un tesoro declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este complejo arquitectónico, cuyos muros parecen custodiar siglos de historia, nos invita a explorar su corazón, donde cada edificio cuenta una historia de esplendor y cultura.
El recorrido se inicia en el icónico Minarete Kalta Minor, cuya robusta estructura y brillante decoración turquesa lo convierten en un símbolo inolvidable de Khiva. Aunque quedó inacabado, su presencia es tan majestuosa que parece desafiar las alturas, proyectando sueños de lo que pudo haber sido.
A su lado, la Madrasa Mohamed Amin Khan, un monumento que en su día fue un centro de aprendizaje, hoy reconfigurado como hotel, nos recuerda la capacidad de esta ciudad para reinventarse sin perder su esencia histórica.
La visita continúa hacia el Castillo Kunya Ark, la residencia fortificada de los gobernantes de Khiva. Dentro de sus muros se desvela la vida palaciega: tribunales, cámaras reales y mezquitas, un mundo cerrado donde el poder y la privacidad se entrelazaban.
La imponente Madrasa Mohammed Rakhim Khan cierra esta primera etapa del día. Sus muros decorados con intrincados azulejos son un testimonio de la riqueza cultural y el amor por el arte que definieron esta región.
Tras un almuerzo en un restaurante local, donde los sabores auténticos de Khiva nos acompañan en una pausa reparadora, retomamos el viaje hacia nuevos rincones de esta ciudad mágica.
El Minarete y Madrasa Islom Khodja, con su delgada silueta que se eleva hacia el cielo, nos ofrece una visión impresionante. Su diseño único, acompañado de la elegancia de la madrasa, refleja el refinamiento alcanzado por los arquitectos de la época.
La Mezquita Juma, con su bosque de columnas de madera tallada, nos transporta a un espacio de paz y recogimiento. Cada pilar parece ser un árbol petrificado, una conexión directa entre la tierra y el cielo.
En el Complejo Arquitectónico Tash Hovli, exploramos el harem, un lugar cargado de misterio y belleza. Los patios íntimos, los mosaicos intrincados y los aposentos privados narran historias de intriga y lujo que alguna vez definieron la vida dentro de estos muros.
El Mausoleo Pahlavan Mahmud, dedicado al patrón y poeta de Khiva, se alza como un lugar de profunda espiritualidad. Sus cúpulas azuladas y el silencio que reina en su interior parecen invitar a la introspección y el respeto.
Finalmente, la Madrasa y Caravanserai Allakuli Khan nos sumergen en la actividad comercial de la antigua Khiva, recordándonos su papel crucial en la Ruta de la Seda. Este espacio, donde se entrelazaban culturas y mercancías, es un tributo a la vitalidad económica y cultural de la ciudad.
El día culmina con el eco de las leyendas que resuenan en cada rincón de Ichan-Kala. El regreso al hotel marca el fin de una jornada llena de maravillas, dejando en la memoria la impresión indeleble de un lugar donde el pasado sigue vivo en cada piedra y en cada susurro del viento.
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Día 8: Regreso
Desayuno y traslado al aeropuerto para volver a Casa
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4 - Ruta de Tarmerlán




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